Sus ojos brillan de manera especial con sólo recordar la experiencia vivida. Hace apenas unos días, Ana Belén Pérez regresaba a Gines después de cumplir uno de sus grandes sueños: prestar ayuda como cooperante internacional, un deseo que rondaba su cabeza desde que sólo era una niña.
El pasado mes de enero, una cámara oculta le llevó hasta el programa de Canal Sur TV “Gente Maravillosa”, donde recibió el mayor premio que podía esperar: hacer realidad su sueño.
El destino elegido fue Ecuador, en concreto las comunidades de la provincia de Tungurahua, a cuatro horas de la capital, Quito. Allí llegaba a primeros de agosto de la mano de la ONG Ayuda en Acción y con un único propósito: hacer más amenos los días a los niños y niñas de una zona instalada en la pobreza.
A sus 29 años, Ana Belén renunciaba así a unas vacaciones al uso para dedicar su tiempo libre a la ayuda con mayúsculas.
Aunque a miles de kilómetros de distancia, en esta aventura no ha estado sola. Su familia y sus amigos han sido un continuo apoyo desde el primer momento para esta joven especialmente conocida y querida en nuestro pueblo.
Durante 15 días, en tierras ecuatorianas Ana Belén ha sido embajadora de la solidaridad y el afecto del pueblo de Gines, entregando a mayores y niños alimentos y otros objetos de primera necesidad gracias a las donaciones recibidas. Antes de su partida, la Agrupación Parroquial San Ginés quiso hacerle entrega de una aportación con destino a Ecuador, a la que pronto se unieron otras asociaciones, hermandades y un buen número de vecinos y vecinas a título individual.
Con la ayuda a los demás siempre en mente, Ana Belén participa habitualmente en diversas acciones solidarias a favor de quien más lo necesita, como la Brigada Nocturna, la asociación Asedown o la labor social de la Hermandad del Rocío. Sin embargo, su estancia en Ecuador le ha dejado una mirada nueva ante la desigualdad, una reflexión sobre lo mucho que tenemos que aprender de quienes apenas tienen nada.
Sólo quince días han bastado para que el corazón de Ana Belén haya quedado prendado para siempre de Ecuador y su gente. Volverá, a buen seguro, en cuanto la ocasión lo permita, aunque ya piensa también en nuevos destinos para seguir ayudando…
El ejemplo de Ana Belén es, sin duda, una llamada de atención al primer mundo, un clamor por la ayuda sin distinción de fronteras, toda una invitación para esforzarnos en ser mejores personas cada día, un reflejo de que realmente existe “gente maravillosa”.